Hace al menos un año me planteé la idea de hacerme un tatuaje. Lo analicé arduamente, hice diseños y pedí conejos. Realmente me intrigó esta practica, me preguntaba como se sentiría tener una obra de arte permanentemente instalada en mi cuerpo. Me gustaba la idea de sentirme como un lienzo, donde algo hermoso puede ser creado y jamas borrado. Así que al final decidí hacerlo. Pero no es hasta ahora que he empezado a fijarme en los comentarios de las personas acerca de esta practica. Debo decir que estoy increíblemente sorprendida de que, en su mayoría, estos comentarios sean negativos.
Más de una vez he escuchado a personas decirme que soy una pecadora, incluso una vez una señora me preguntó si alguna vez pensé en Dios al cometer semejante barbaridad. Mi respuesta a esto, como siempre, sincera, fue “Como hijos de Dios, al momento de tomar una decisión pensamos, Que dirá Dios de esto?”. Así que si, pensé en Dios al momento de tomar la decisión y llegue a la conclusión de que en el mundo existen peores pecados que el hacerse un tatuaje. Mírenlo por el lado bueno, al menos no mate a nadie.
Estoy tratando de no hacer caso a este tipo de comentarios, pero realmente se me hace difícil. Se muy bien que algunos tienen una buena base, como aquellos que preguntan si alguna vez pensé en las enfermedades que podría conllevar esta practica. Entiendo muy bien su preocupación y aunque me molesta un poco que subestimen mi juicio, les doy la razón y les digo que si, que pensé en ello. Y que por tal razón estuve semanas en busca del mejor establecimiento. Buscaba que tuviera todos los permisos vigentes, buena reputación y agujas desechables. Puede que el costo sea un poco mas alto pero la salud es lo primero.
Poco a poco me he dado cuenta de que por mas anticuado que yo lo encuentre, siempre habrán personas con prejuicios hacia los tatuajes, hasta en mi propia familia los hay. Mi tía se atrevió a preguntarme el que haré yo cuando a los setenta años se me arrugue el tatuaje. Como siempre, mi contestación fue sincera, “ Tití, la mala noticia es que, con tatuaje o sin el a los setenta todos nos veremos arrugados y feos, la buena es que cuando tenga setenta podre mirar mi pequeña obra de arte y pensar “ hey, aun soy arte”. Pero claro que esto es...
...Solo un Pensamiento.